REMINISCENCIAS

REMINISCENCIAS – Texto escrito por Gérard Larnac

Bello como el encuentro fortuito sobre una placa de colodión húmedo entre una máquina de antaño y una sombra humana que se pasea por los talleres oscuros. Fábrica al abandono. Durante siete días Ana Tornel se apropia del lugar. Contar aquellos tiempos. El conjunto que han formado. Contar aquellos hombres. Penetrar en las coordenadas exactas de una época olvidada. Con sus ruidos mecánicos. Con los gestos precisos sobre las máquinas. Suspendidos en el espacio aún flota cada mirada, cada palabra, el ronroneo du un ayer fantasmagórico, tan profundamente inscrito en cada rincón que es ya indeleble. Mañana la fábrica abandonada se convertirá en museo. Todo está listo: apertura inminente. Sudarios de plástico cubren aún las formas enigmáticas. De momento ningún visitante deambula por los pasillos ¿De qué manera ese pasado industrial conversa ya con la promesa de una existencia museística? ¿De qué manera el momento fotográfico marca el paso suspendido entre la inminencia y la reminiscencia? Con el diálogo entre el “nunca jamás” de aquella luz, de aquella mañana y el “mañana” del espectador, cuando su mirada observe en la imagen la danza espectral de todos esos tiempos entrelazados. Fijando a través de los objetos esa languidez metafísica que invade los cuadros de Chirico. Sin duda la magia fotográfica consiste en armonizar tiempos inconexos y el momento presente. Reparando. Remendando. Retejiendo con todos los hilos la trama única de la que provienen. Persistencias retinianas en la encrucijada del tiempo. Con sus figuras y sus sombras preservadas para siempre de la desaparición. Huellas de un eterno cansancio, de ese presente del que los hombres sólo se deshacen al precio exorbitante del olvido. El olvido que acaba revelándose como sujeto central en ese trabajo lento de desaparición, del que la imagen quiere ser testigo a todo precio y al que nos conduce con un simple roce, con el impacto definitivo de una ínfima mota de polvo sobre la placa metálica, en la patina de la antigua técnica del colodión húmedo, a través de la que se revela la extremada contemporaneidad de la mirada de la artista. Vuelta a la presencia en el vértigo de tiempos vividos, en la rareza concreta de nuestra realidad plagada de artefactos, de máquinas, de ambiciones, que al final pesa lo que pesan los sueños.